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Ejercicio 2018

4. El Impuesto sobre el Valor Añadido

Los ingresos tributarios en el IVA ascendieron a 70.177 millones, un 10,3% más que en 2017. Las cifras están afectadas por el impacto del SII. Si se corrige, el crecimiento sería del 3,7%. Este último crecimiento infraestima el dinamismo que mostró el impuesto en 2018 por el efecto sobre la recaudación de factores relacionados con ejercicios anteriores; en concreto, las devoluciones realizadas correspondientes a 2017, los ajustes con los territorios forales y el descenso de los ingresos de otros períodos (consecuencia de los cambios en la gestión de aplazamientos que tuvieron lugar en 2017 y cuyos efectos se arrastraron en 2018).

En 2018 el gasto final sujeto a IVA creció un 5,6%, frente al 6,4% del año anterior (Cuadro 4.1). El incremento de los precios fue aproximadamente el mismo que en 2017, de manera que la moderación del crecimiento afectó principalmente a la parte real (ver Gráfico 4.1) y a la segunda parte del año (en el primer semestre el gastó creció un 6,7% y en el segundo un 4,5%).

Por componentes, el menor ritmo de crecimiento se concentró en el gasto en consumo de los hogares que aumentó un 5,2%, más de un punto por debajo del crecimiento registrado un año antes. También fue en la segunda mitad del año cuando se acusó la pérdida de intensidad del crecimiento (este gasto creció un 6,5% en los seis primeros meses y un 3,9% en los posteriores). Al igual que en el gasto total, es el quinto año consecutivo de incremento en este componente, a un ritmo medio casi del 5,5% y en paralelo con el crecimiento también sostenido de las rentas de las familias (ver Gráfico 4.2). Por su parte, el gasto de las AA.PP. creció más que en 2017 (4,9% frente al 3,4% anterior), debido, sobre todo, al comportamiento del gasto en inversión que aumentó casi un 12%, prácticamente el doble que en 2017. El gasto en vivienda nueva experimentó un crecimiento similar al de 2017 (16,3%). A finales de 2018 eran ya ocho trimestres consecutivos en los que se habían registrado aumentos de dos dígitos en este gasto. Otros indicadores relacionados con la vivienda nueva muestran el mismo perfil (ver Gráfico 4.3).

El tipo efectivo del IVA permaneció cerca del 15,3% que es el nivel alcanzado después de las últimas subidas de los tipos general y reducido en septiembre de 2012 (Cuadro 4.1). No hubo cambios normativos con repercusión significativa en el tipo. Tan solo se produjo la bajada del tipo en los cines, del general al reducido, y solo durante medio año (tras la aprobación del Presupuesto en julio). El impacto fue de poca importancia cuantitativa (Cuadro 1.5).

El IVA devengado en el período creció un 5,6%, lo mismo, dada la estabilidad del tipo efectivo, que el gasto sujeto (Cuadro 4.1). El IVA devengado neto (que se diferencia del anterior porque incluye la variación del saldo que las empresas dejan a compensar de un año a otro) creció un poco menos, un 5,3%.
Ninguna de las medidas del IVA devengado está afectada por el SII porque en estas medidas el impuesto se registra en el momento del devengo y no en el momento en el que se ingresa o se devuelve efectivamente el impuesto. Por esta misma razón las series en devengo tampoco están distorsionadas por los cambios en la gestión de los aplazamientos que han alterado la evolución de los ingresos en los dos últimos años.

La concreción del IVA devengado en ingresos y devoluciones se produjo en proporciones similares a las de 2017 (Cuadro 4.2). El IVA devengado bruto creció un 5,7% (6,1% en 2017), lo que supone una relación IVA bruto / IVA devengado casi igual a la de los últimos años. Hay que recordar en este sentido que, como se señalaba en el informe del año pasado, esa ratio se había estabilizado tras los diversos cambios en la gestión del impuesto (el último fue, en febrero de 2015, la liquidación del IVA de Aduanas a través de las autoliquidaciones) que habían provocado una disminución de la ratio desde niveles históricamente más elevados. El Gráfico 4.4 ilustra la evolución de esa relación entre el impuesto devengado neto, ingresos y devoluciones.

Por declaraciones el crecimiento del IVA bruto fue muy parejo. En las declaraciones mensuales (Grandes empresas, grupos, otros operadores acogidos al régimen de devolución mensual e IVA de importación) el incremento fue del 6%, en tanto que el IVA de las pymes declarado trimestralmente aumentó un 5,2%.En este último caso la desaceleración de la última parte del año fue más acentuada.

Por el lado de las solicitudes de devolución, en total crecieron en el conjunto del año un 7%, medio punto menos que en 2017. Las solicitudes anuales, ligadas a los tipos reducidos a los que venden las empresas de menor tamaño, aumentaron un 7,9%, mientras que las mensuales, más relacionadas con las exportaciones (Cuadro 8.6), lo hicieron un 6,8%.

Al igual que sucedió en 2017, en 2018 se produjo una gran diferencia entre el comportamiento del impuesto devengado y de los ingresos. La discrepancia tiene su origen, fundamentalmente, en tres factores: el impacto del SII, el descenso de los ingresos de otros períodos y la evolución de las devoluciones realizadas.

Respecto a los dos primeros, como se ha dicho, no afectan al impuesto devengado, pero sí a los ingresos. En lo que se refiere en concreto al impacto del SII, hay que recordar que en 2017, cuando se implantó el nuevo sistema, se produjo un desplazamiento de ingresos desde ese año a 2018 valorado en 4.150 millones. La causa de este desplazamiento fue el retraso en la fecha límite para la presentación de las autoliquidaciones, que pasó del día 20 del mes siguiente al de devengo al día 30, con lo que, a efectos contables, el ingreso se desplazó un mes. En principio, ese impacto se debería haber compensado en 2018 de manera exacta. Sin embargo, su efecto final en 2018 fue inferior debido a los cambios en el comportamiento de los contribuyentes. Desde el comienzo del nuevo sistema, se observó que, a pesar del retraso en la fecha de vencimiento, algunos contribuyentes continuaron presentando sus declaraciones el día 20. Por tanto, los ingresos de esos contribuyentes no se desplazaron de 2017 a 2018. Ahora bien, el número de esos contribuyentes y el importe de sus ingresos fue disminuyendo a lo largo del año; es decir, cada vez se producía una mayor parte del ingreso el día 30 del mes. Al comparar con el año anterior, eso significa que, en 2018, aunque se ingresaron los 4.150 millones desplazados de 2017, a su vez hubo un nuevo desplazamiento (menor) a 2019 provocado por los contribuyentes que se fueron moviendo de la presentación el día 20 a la presentación el día 30. Esto es lo que explica que el impacto sea ligeramente inferior al registrado en 2017 (Cuadro 1.5).

En cuanto a los aplazamientos, el endurecimiento en la concesión de aplazamientos en 2017 no afectó al devengo, pero, a efectos de la recaudación, supuso un adelanto de ingresos en ese año y, en consecuencia, menores ingresos de períodos anteriores en 2018.

El tercer elemento es la evolución de las devoluciones realizadas, en particular de las anuales. Hay que tener en cuenta que las solicitudes de devolución anuales de cualquier año se presentan a final del mes de enero del año siguiente y se realizan en su mayoría a lo largo de ese año. Este hecho ya introduce diferencias entre el devengo y la caja, pero, además, el porcentaje de devoluciones que se hacen en el mismo año de su presentación puede variar. Así, en 2018 se devolvieron las solicitudes correspondientes al ejercicio 2017, que habían crecido un 4,9%. Sin embargo, el ritmo de realización fue superior al del año anterior (un 90% de las presentadas en 2018 se hicieron en ese año frente al 86% de 2017), elevando el crecimiento de las devoluciones anuales hasta el 9,5%.

En términos de caja los ingresos brutos crecieron un 9,1% en 2018, crecimiento que incluye el desplazamiento de ingresos provocado por el SII. Corrigiendo ese desplazamiento, el aumento fue del 4,6%. La desaceleración habría sido más intensa en las cifras de caja que en el devengo, pero hay que tener en cuenta, como se ha señalado antes, el impacto alcista que en 2017 tuvo el cambio en la gestión de los aplazamientos y que en 2018 se manifestó en el descenso de los ingresos procedentes de períodos anteriores (-1,4%; Cuadro 4.2, resto de ingresos). Si se consideran nada más las autoliquidaciones y los ingresos de Aduanas, el crecimiento sería algo mayor (un 5%) con un comportamiento semejante en las declaraciones mensuales y en las trimestrales de las pymes (5,1% y 4,8%, respectivamente).

Por su parte, las devoluciones  realizadas crecieron un 5,9% (Cuadro 4.2), más (7,4%) si se corrigen del adelantamiento de devoluciones que supuso el SII en 2017. Aumentaron especialmente, como se ha visto, las devoluciones anuales (en su mayoría del ejercicio 2017) y también las derivadas de los ajustes forales (9,3%). En cambio, las devoluciones mensuales (en su mayor parte del propio ejercicio 2018) subieron solo un 4,3%, por debajo del 6,8% de las solicitadas, lo que indica, en contra de lo ocurrido con las anuales, un menor ritmo de realización de las mismas.