5. Los Impuestos Especiales
Los ingresos tributarios por Impuestos Especiales (II.EE.) crecieron un 1,1% respecto a 2017 hasta alcanzar los 20.528 millones. Crecieron el Impuesto sobre Hidrocarburos (3%), sobre Electricidad (3,5%) y sobre Cerveza (1,8%). El resto vio descender sus ingresos, destacando en particular, por la intensidad de la caída, el Impuesto sobre el Carbón (-13,1%) y, por su importancia dentro del conjunto, el Impuesto sobre Labores del Tabaco (-1,4%).
El consumo de los productos sujetos a II.EE. creció en todas las figuras (Cuadro 5.1). En el Impuesto sobre Hidrocarburos, las gasolinas y los gasóleos, que son los principales productos sujetos, crecieron un 2,4%, ligeramente por encima del incremento de 2017 (2,1%), gracias al repunte del gasóleo bonificado. En el Impuesto sobre Labores del Tabaco el crecimiento (1,6%) contrasta con la fuerte caída de 2017 (-6,6%), aunque ésta era consecuencia exclusivamente del episodio de acaparamiento que se vivió en diciembre de 2016 tras la última subida de tipos. Lo mismo puede decirse de los consumos en el Impuesto sobre Alcohol y Bebidas Derivadas (1,4% en 2018 frente al -5,2% en 2017). En el Impuesto sobre la Electricidad el aumento de los consumos (1,9%) tuvo también un componente excepcional por la existencia de un mes en 2017 con una facturación inferior a la habitual. Finalmente, en el Impuesto sobre la Cerveza el incremento del consumo se estima en el 2,3%, tasa inferior a la media de alrededor del 3,5% de los últimos cuatro años.
En lo que se refiere a los precios, los productos energéticos crecieron a un ritmo similar al de 2017, muy alto en el caso de los hidrocarburos (9,2%, Cuadro 9.1) y más moderado (2,2%, Cuadro 5.6) en el caso de la electricidad. En ambos, las subidas se concentraron en la segunda mitad del año. En el resto de las figuras las subidas rondaron el 1% (Cuadros 5.2, 5.3 y 9.2). La relativa estabilidad de los incrementos de precios y el repunte de los consumos supuso que el gasto en productos gravados por II.EE. pasara de crecer un 4,7% en 2017 a hacerlo un 6,8% en 2018 (Cuadro 1.3).
En 2018 los tipos legales se mantuvieron sin cambios, salvo en algunos hidrocarburos de poca importancia cuantitativa en el conjunto del impuesto. Se trata del gas natural, el gasóleo y el fuelóleo utilizados en la generación de energía eléctrica que pasaron a estar exentos a raíz de la entrada en vigor del RDL15/2018, de medidas urgentes para la transición energética y la protección de los consumidores. Los tipos efectivos sí que tuvieron alguna variación (Cuadro 5.1), en Hidrocarburos y Cerveza como consecuencia del diferente crecimiento de los distintos productos sujetos, y en Electricidad y Labores del Tabaco fundamentalmente por las subidas de precios.
Los II.EE. devengados crecieron un 1,9% en 2018, por encima del 0,2% de 2017 (Cuadro 5.1). Dada la práctica estabilidad de los tipos, la mejora se explica por el repunte de los consumos debido, en buena medida, a la recuperación de los consumos de alcohol y tabaco tras el negativo comportamiento que habían tenido en 2017. Todas las figuras crecieron, salvo el Impuesto sobre Productos Intermedios, casi testimonial, y el Impuesto sobre el Carbón que registró una fuerte disminución al compararse con el elevado nivel de ingresos de 2017 consecuencia de la utilización del carbón como sustituto de la energía hidráulica en aquel año de sequía.
En 2018 el Impuesto sobre Hidrocarburos devengado creció un 1,8%, menos que en 2017 (2,6%; Cuadro 5.4). La causa principal del menor crecimiento fue el descenso del consumo de gas natural, fundamentalmente por su menor utilización en la producción de energía eléctrica. A este hecho se suma la eliminación, al final del año, del impuesto para el gas natural, el gasóleo y el fuelóleo usados en la generación de energía eléctrica, introducida, como se ha dicho, por el RDL 15/2018. En los productos de mayor consumo, gasolinas y gasóleo, el crecimiento en 2018 fue algo superior al de 2017 (2,4% y 2,1%, respectivamente). La mejora se produjo por el repunte en el consumo de los gasóleos bonificados, ligados estrechamente a la situación climatológica. En cambio, el consumo de gasolinas y el gasóleo de automoción, con más vinculación a la coyuntura económica, mostró un crecimiento más moderado que en 2017. La novedad en 2018 fue la pérdida de peso dentro del consumo de gasolinas y gasóleo de automoción de este último. El porcentaje de gasóleo de automoción dentro del conjunto de gasolinas y gasóleo de automoción creció desde poco más del 50% en 1995 hasta un máximo del 81,3% en 2016-2017; en 2018 ese porcentaje se redujo, por primera vez desde 1995, alrededor de medio punto.
El Impuesto sobre Labores del Tabaco aumentó un 2,4% en 2018, frente a la caída (-4,8%) de 2017 (Cuadro 5.5). El cambio, como se ha explicado, se debió a las anomalías en las salidas a consumo a finales de 2016 que distorsionaron el comportamiento normal de la serie. Si se analiza con perspectiva la evolución de consumos e impuesto, se observa que ambos están prácticamente estabilizados desde 2013, los primeros con 2.100 millones de cajetillas y 39,5 millones de kilos al año, y los segundos con 6.600 millones de euros. Si acaso en los dos últimos años se apreciarían unos resultados ligeramente inferiores a ese suelo que parecen haber alcanzado consumos e impuesto. El escaso crecimiento de los precios, junto con la tendencia a la baja desde 2014 de los productos distintos de los cigarrillos, ha reforzado la evolución comentada.
El Impuesto sobre la Electricidad devengado creció casi 3,5 puntos más que en 2017 (Cuadro 5.6). Prácticamente dos puntos proceden del crecimiento del consumo, cero en 2017 y cerca del 2% en 2018. Este crecimiento, sin embargo, está más relacionado con las irregularidades que se produjeron en mayo de 2017 en la facturación de algunas empresas que con una mejora genuina del consumo. El resto del mayor crecimiento en 2018 procedió del comportamiento del tipo efectivo sobre la base imponible que, a diferencia de 2017, subió ligeramente. Hay que recordar que, aunque los tipos legales se mantienen inalterados desde que se implantó este impuesto, los tipos efectivos pueden variar por dos motivos: las variaciones que se producen en las reducciones a grandes consumidores y otros sectores con consumo intensivo de electricidad, y los cambios en los precios. En este caso, los precios no tuvieron ningún papel en el repunte del impuesto porque, a pesar de las subidas observadas en la segunda mitad del año, en el conjunto del año el incremento fue algo inferior al de 2017.
En cuanto a los impuestos relacionados con el alcohol, el Impuesto devengado sobre el Alcohol y Bebidas Derivadas se recuperó (1,4%) tras la caída de 2017 provocada por el episodio de acaparamiento de finales de 2016. (Cuadro 5.2). Por su parte, el Impuesto sobre la Cerveza creció (3,1%) a un ritmo inferior al de 2017 (Cuadro 5.3) por la moderación que mostraron los consumos, mientras el tipo efectivo volvía a subir, indicativo, dada la estabilidad de las tarifas, de un desplazamiento del consumo hacia variedades de mayor graduación alcohólica.
Por último, el Impuesto sobre el Carbón devengado disminuyó un 15,1%. La razón principal fue el elevado nivel que alcanzó el impuesto en 2017 en plena sequía. No obstante, el impuesto devengado en 2018 quedó cercano a la media del periodo 2014-2017 (275 millones anuales).
En 2018 los ingresos tributarios por Impuestos Especiales alcanzaron los 20.528 millones, un 1,1% más que en 2017. Las pequeñas diferencias con el devengo, concentradas en tabaco y alcohol, son consecuencia todavía de los desplazamientos a 2017 de los elevados ingresos devengados en los últimos meses de 2016, tras las últimas subidas de tipos.