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Memoria 2020

3.1. Recaudación tributaria bruta

La recaudación tributaria bruta está constituida por los ingresos efectivos obtenidos en el ejercicio, procedentes tanto de las autoliquidaciones presentadas por los contribuyentes como de las liquidaciones practicadas por la Agencia Tributaria. Responde, por tanto, a un criterio de caja.

La recaudación bruta total gestionada por la Agencia Tributaria en 2020 alcanzó los 248.347 millones de euros, 18.377 millones menos a la alcanzada en el mismo periodo del año anterior (6,9 por ciento de descenso).

El año estuvo marcado por la pandemia que lastró la actividad económica y, con ella, la evolución de la base imponible agregada, principal elemento a la hora de explicar el comportamiento de los ingresos brutos. Se estima una caída cercana al 8 por ciento para las bases imponibles de los principales impuestos. Sin embargo, existen otros factores que afectaron de forma positiva a la evolución anual de los ingresos brutos, tales como la existencia de ingresos extraordinarios y el impacto de algunos cambios normativos y de gestión de 2019 que afectan a la tasa de variación entre ambos años.

Todos los indicadores de la evolución económica mostraron el mismo perfil, tanto los generales (PIB, afiliados), como los procedentes de la información fiscal (ventas diarias del SII y ventas, empleo y salarios en las declaraciones tributarias). La tendencia de desaceleración que se heredó del año 2019, se vio alterada radicalmente en la segunda quincena de marzo al decretarse el estado de alarma y el confinamiento domiciliario. Esto provocó una brusca caída de la actividad que se tradujo, en el segundo trimestre, en la pérdida de alrededor de un 25 por ciento de la facturación que tenían un año antes las Grandes Empresas y pymes societarias. Según se fueron relajando las medidas más severas, esas pérdidas se moderaron. En junio y julio la recuperación se produjo con intensidad, pero desde agosto la tendencia se estabilizó, y solo a partir de noviembre se pudieron observar nuevas mejoras, aunque insuficientes para alcanzar tasas positivas.

Si se atiende a los ingresos brutos por figuras, la recaudación por IRPF aumentó un 0,5 por ciento, tasa que destaca como positiva en el conjunto de las principales figuras. La razón de este comportamiento en un contexto tan desfavorable se encuentra en el papel compensador de los salarios y pensiones públicos con un alto crecimiento durante todo el año, y, en menor medida, del resultado de la declaración anual bruto y las retenciones por fondos de inversión. En el resto de ingresos (retenciones del trabajo en el sector privado, pagos fraccionados de las empresas personales, retenciones por rentas de capital mobiliario y por arrendamientos) el descenso fue el reflejo de la situación general.

Los ingresos en el Impuesto sobre Sociedades decrecieron un 16,5 por ciento. El principal componente del impuesto, los pagos fraccionados, experimentaron una caída cercana al 25 por ciento, en línea con la caída de los beneficios y de las bases. Esta importante caída se compensó en parte con la existencia de ingresos extraordinarios y con el descenso más moderado de la mayor parte del resto de componentes, especialmente del resultado de la declaración anual bruto (-1,2 por ciento).

En el Impuesto sobre la Renta de No Residentes los ingresos también registraron caída, en este caso del 27,5 por ciento, debido sobre todo a los negativos resultados en las rentas de capital mobiliario.

Los ingresos brutos por IVA descendieron un 9,4 por ciento, en línea con la evolución de las ventas y de la inflación. Se registraron importantes caídas tanto en los ingresos de las Grandes Empresas y de la importación (-10,1 por ciento) como en las pymes (-8,1 por ciento, incluyendo los ingresos procedentes de aplazamientos, especialmente elevados este año como consecuencia de las medidas destinadas a facilitar el cumplimiento de las obligaciones tributarias de los contribuyentes, especialmente de las pymes).

En los Impuestos Especiales los ingresos fueron un 11,6 por ciento inferiores a los registrados en 2019. La recaudación descendió en todas las figuras, pero, en lo que respecta a las tres figuras más significativas, la caída más importante fue la del Impuesto sobre Hidrocarburos (-14,9 por ciento). Su trayectoria fue paralela a la de la actividad y el consumo, acentuada en la última parte del año por las limitaciones a la movilidad. En el Impuesto sobre la Electricidad, que está ligado a las mismas variables, los ingresos disminuyeron, pero con menos intensidad (-10,1 por ciento) al afectarle menos algunas de las medidas restrictivas. En el Impuesto sobre Labores del Tabaco el descenso de los ingresos no fue una novedad (es el cuarto año en el que se produce), aunque lo hicieron a un ritmo mayor (-3,2 por ciento) que en los años anteriores.

Finalmente, la recaudación bruta por el capítulo III de Tasas y otros ingresos descendió un 18,8 por ciento. En el caso de las Tasas, la caída fue del 16 por ciento y se debió a los menores ingresos en el Canon por el aprovechamiento de aguas continentales para la producción de energía eléctrica que se liquida con un año de retraso.

Cuadro nº 12. Recaudación tributaria bruta total Nueva ventana (Anexo).