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Memoria 2020

3.2.1. Evolución de ingresos por Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas

Los ingresos por IRPF crecieron en 2020 un 1,2 por ciento. Teniendo en cuenta el entorno tan desfavorable, el dato seguiría siendo positivo incluso si se resta el impacto positivo de los cambios normativos y de gestión (sin ellos, los ingresos serían aproximadamente los mismos que en 2019). La razón principal de este buen comportamiento del impuesto fue el efecto que tuvo sobre los ingresos el elevado crecimiento de las rentas de origen público (salarios y pensiones) a lo que se suma la comparación con el año 2019 en el que se realizó la mayor parte de las devoluciones que se derivaron de la sentencia que declaró exentas las prestaciones de maternidad.

Los ingresos por retenciones sobre rendimientos del trabajo y actividades económicas crecieron un 1,5 por ciento. Como se ha dicho, la evolución fue muy distinta en el sector público y en el sector privado, afectado este de lleno por la situación económica.

Los ingresos por retenciones en el sector privado disminuyeron un 0,8 por ciento. En esta cifra se incluyen los importes procedentes de aplazamientos concedidos en los primeros meses de la pandemia y que se fueron recuperando a lo largo del año. La caída no es grande en comparación con la que se observó en la actividad, lo que se explica por dos motivos. El primero fueron los ERTE que suavizaron el impacto sobre el empleo. Gracias a los ERTE los trabajadores se mantuvieron en las empresas, aunque parte de sus salarios los pasase a pagar el Servicio Público de Empleo (SEPE). En términos de retenciones, esto supuso una reducción de ingresos (el tipo de retención aplicado sobre la parte de salario sufragada por el SEPE fue prácticamente cero), pero menor que la que hubiese significado la desaparición de esos puestos de trabajo. El segundo motivo tiene que ver con la reestructuración del empleo que conllevó la recesión económica provocada por la pandemia, con mayor incidencia en sectores, como la hostelería y la restauración, con niveles salariales y tipos de retención bajos. La consecuencia fue que el tipo efectivo de retención en el sector privado aumentó. Precisamente este distinto impacto de la crisis en los diferentes sectores productivos ayuda a explicar la disparidad entre el ligero incremento de los ingresos por retenciones que se registró en las Grandes Empresas (0,8 por ciento) y el retroceso del 4,1 por ciento que se observó en las pymes (incluido el resto de ingresos que recoge los aplazamientos concedidos y finalmente ingresados).

En las AA. PP. los ingresos por retenciones aumentaron un 7 por ciento. El comportamiento fue similar al que venían teniendo estos ingresos en 2019 (el crecimiento entonces fue del 6,5 por ciento) y esto se puede decir tanto para los salarios como para las pensiones. En el primer caso se produjo un repunte en la última parte del año por el incremento de las contrataciones en sanidad y educación, y por el pago del tercer tramo de la regularización retributiva en los cuerpos de seguridad. El crecimiento final de 2020 de las retenciones por salarios fue superior al 7 por ciento, con un aumento por encima del 5 por ciento en la masa salarial y el resto debido a la subida del tipo medio. En las pensiones las retenciones crecieron cerca del 6,5 por ciento, subida similar a la de 2019, aunque con una distribución distinta: la pensión media subió menos (en 2020 no hubo los incrementos que se produjeron en 2018 y 2019) y el tipo efectivo mucho más (3,5 por ciento frente a un 2019 en el que apenas creció porque las pensiones más bajas se beneficiaron de mayores subidas), compensando incluso el menor crecimiento en el número de pensionistas (0,5 por ciento, 1,2 por ciento en 2019).

La declaración anual, no afectada por el COVID al tratarse de la liquidación del ejercicio 2019, también aportó al crecimiento del impuesto. En concreto, los resultados netos de la declaración anual aumentaron en 1.366 millones, aunque más de 1.100 se debieron a las mayores devoluciones extraordinarias por la prestación de maternidad hechas en 2019. En cualquier caso, la campaña fue positiva, con un aumento de los ingresos brutos del 5,1 por ciento a pesar de que las rentas que normalmente están detrás de estos ingresos (empresariales y ganancias patrimoniales no sujetas a retenciones ni pagos fraccionados) no aumentaron sustancialmente en 2019 (como se recordará, en 2018 habían alcanzado un nivel muy elevado, sobre todo las ganancias). En relación a las devoluciones de campaña, el crecimiento fue del 2,8 por ciento y se mantuvo un ritmo de realización similar a las campañas de los últimos años.

En el resto de ingresos del impuesto solo mejoraron respecto al año anterior las retenciones por ganancias en fondos de inversión. El año comenzó con fuertes crecimientos que se truncaron en los primeros meses del estado de alarma; tras el verano, se retomó la tendencia previa hasta acabar el año con incrementos superiores al 50 por ciento. En el conjunto del año el aumento de los ingresos fue del 11,6 por ciento. En otros conceptos la situación fue la contraria. Las retenciones por rentas de capital mobiliario disminuyeron un 20 por ciento, con tasas negativas desde marzo. La contracción en los dividendos se empezó a notar pronto y en particular en las mayores empresas (algo que se trasladó también al Impuesto sobre la Renta de No Residentes). Las caídas observadas en las retenciones por arrendamientos (-7,4 por ciento) y en los pagos fraccionados (-10 por ciento) respondieron a la debilidad de la actividad, aunque en el último caso también a la reducción de ingresos inducida por las medidas aprobadas en favor de las pequeñas empresas.

Evolución de ingresos por Impuesto sobre Sociedades

Los ingresos del Impuesto sobre Sociedades disminuyeron en el año 2020 un 33,2 por ciento. Esta caída de los ingresos no da una buena medida de la evolución de los beneficios. Buena parte de la misma se debe a la realización de devoluciones del ejercicio 2018. No obstante, el impacto de ese desplazamiento se vio amortiguado por la existencia de ingresos extraordinarios por sentencias y por la comparación con el año 2019 en el que hubo devoluciones también por este motivo y por los abonos de los DTA a algunas empresas. Si se corrigen todos estos elementos, los ingresos habrían caído 10 puntos menos, alrededor del 23 por ciento. Esta tasa está en consonancia con el comportamiento de los pagos fraccionados, que son el componente más importante del impuesto, el más ligado a los resultados de las empresas en el año y que en 2020 disminuyeron un 27,1 por ciento.

Los pagos fraccionados reflejaron la interrupción de la actividad desde el primer momento (la caída del primer pago se debe a la segunda quincena de marzo, los primeros días con confinamiento estricto). Las pérdidas fueron más intensas en las Grandes Empresas y grupos, y dentro de este colectivo, en los grupos consolidados, los más importantes de los cuales tributaron en 2019 en la modalidad de pago mínimo. La información disponible sobre los resultados en las Grandes Empresas y grupos indica que los beneficios cayeron en 2020 un 34,5 por ciento (-44 por ciento en los grupos) y la base imponible un 22,5 por ciento (-31,5 por ciento en los grupos). En lo que se refiere a las pymes, que en su mayoría declaran, no por los beneficios de periodo, sino por la última cuota anual presentada, sus pagos disminuyeron un 7,6 por ciento. A pesar de que estos pagos, por su forma de cálculo, suelen responder con retraso a la situación económica de las empresas, en 2020 la intensidad de la caída de la actividad hizo que los resultados fueran más negativos de lo esperado, en particular en el segundo pago debido al fuerte descenso en los pagos de pymes que se calculan según el beneficio (alrededor de un tercio del total). A esto hay que sumar el impacto de las medidas adoptadas en beneficio de las pymes, también concentrado especialmente en ese segundo pago, y la reducción en el número de contribuyentes.

En el resto de los ingresos del impuesto solo se registró crecimiento, como se ha visto en el IRPF, en las retenciones procedentes de ganancias en fondos de inversión. En las otras retenciones (capital mobiliario y arrendamientos) el comportamiento fue similar al comentado en el IRPF, y en la declaración anual (correspondiente a 2019) los ingresos disminuyeron ligeramente (-1,2 por ciento).