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Memoria 2022

3.1. Recaudación tributaria bruta

La recaudación tributaria bruta está constituida por los ingresos efectivos obtenidos en el ejercicio, procedentes tanto de las autoliquidaciones presentadas por los contribuyentes como de las liquidaciones practicadas por la Agencia Tributaria. Responde, por tanto, a un criterio de caja.

La recaudación bruta total gestionada por la Agencia Tributaria en 2022 alcanzó los 320.687 millones de euros, lo que supuso un aumento interanual del 16,3% (45.085 millones más que en el año 2021).

El aumento de los ingresos brutos en 2022 se explica fundamentalmente por el crecimiento del gasto en consumo, de los salarios y las pensiones y de los beneficios empresariales, con el aporte adicional de las cuotas positivas de las declaraciones anuales del IRPF y del Impuesto sobre Sociedades que corresponden al ejercicio 2021.

Parte del elevado crecimiento en 2022 de las principales bases imponibles (gasto en consumo, rentas de los hogares y beneficios) tiene que ver con las subidas de los precios, pero estas no son la causa principal. Se estima que algo menos de 5 puntos del aumento de los ingresos se deben a los incrementos de precios por encima de su evolución en los últimos años, a pesar de que el IPC (referencia habitual, aunque no necesariamente la más adecuada cuando se trata de la recaudación) creciera, en media del año, un 8,4%. En este sentido hay que tener en cuenta que el IPC solo afecta directamente a una parte de los ingresos por IVA que, en términos brutos, crecieron más del doble que los precios. Además, la subida del precio de la electricidad fue compensada parcialmente por la rebaja en el tipo. En otros casos, como es el de los salarios y las pensiones, los incrementos no están vinculados a los precios del año en curso, sino, en su mayoría, a los del año anterior. Por último, en otras figuras que giran sobre los consumos físicos, como el Impuesto sobre Hidrocarburos, el efecto de los precios sobre los ingresos es negativo.

Efectivamente uno de los rasgos que caracterizó el año 2022 en lo que se refiere al entorno económico fue la alta inflación que se produjo al mismo tiempo que se mantuvo el intenso crecimiento de la actividad, sobre todo hasta el último tercio del año. Las ventas deflactadas, que ya habían superado los niveles de 2019 a finales de 2021, continuaron creciendo a buen ritmo hasta alcanzar sus máximos en los meses centrales del año. Tanto las ventas interiores diarias proporcionadas por el sistema de Suministro de Información Inmediata del IVA como las ventas totales declaradas mensualmente por las Grandes Empresas y trimestralmente por las pymes, siguieron una tendencia creciente hasta el segundo trimestre para ir moderándose posteriormente, en especial en el tramo final del año. En términos corrientes, el perfil fue más acusado porque, en general, los precios tendieron a seguir una trayectoria similar, con subidas cada vez mayores en el primer semestre y paulatina desaceleración en el segundo (el IPC y el IPRI -Índice de Precios Industriales- con y sin energía siguieron esta pauta; en cambio, el IPC subyacente, sin los elementos más volátiles, continuó creciendo hasta diciembre). El empleo también fue perdiendo impulso según avanzaba el año, pero la desaceleración se produjo de manera más suave.

Si se analizan los ingresos brutos por figuras, la recaudación por IRPF aumentó un 14%. Las principales razones que explican el crecimiento son el aumento de las rentas del trabajo (salarios y pensiones) y de su tipo efectivo, los buenos resultados de la declaración anual de 2021 presentada a finales de junio de 2022 y el incremento de los beneficios de las empresas personales. La primera de ellas es la que está detrás del fuerte aumento (12,5%) de las retenciones por rentas del trabajo y actividades económicas, el principal componente del impuesto. Aumentan tanto las procedentes del sector privado (12,9%, sobre todo en las pymes, que todavía en los dos primeros trimestres se comparaban con periodos afectados en 2021 por algún tipo de limitación a la actividad) como las del sector público (11,7%, con un aumento cercano al 18% en las derivadas de pensiones). El aumento de las retenciones se produjo por el crecimiento del empleo (en particular en el sector privado), por la subida de los salarios y pensiones medias (más en el segundo caso que en el primero) y por el incremento del tipo efectivo que llevaron aparejado esas subidas. En lo que se refiere a la declaración anual, aumentó significativamente la cuota positiva (25,4%) por el crecimiento de rentas no sujetas por completo a retención o pago a cuenta (rentas de actividades empresariales y ganancias patrimoniales), además de por el efecto de los cambios normativos (subida de tipos en la base del ahorro y modificación de los límites en las aportaciones a planes de pensiones) aprobados en la Ley de Presupuestos Generales del Estado para el año 2021. Por último, los pagos fraccionados, ligados, en su mayor parte, al resultado de explotación de las actividades de las empresas personales, crecieron un 21,7% y se situaron un 28,5% por encima de la recaudación que se registró por este concepto en 2019.

Los ingresos brutos en el Impuesto sobre Sociedades subieron un 21,7%, reflejo, principalmente, de la muy favorable evolución de los beneficios tanto en 2022 como en 2021. Los primeros se manifestaron en un fuerte aumento de los pagos fraccionados (17,3%), generalizado además por tipo de empresa, aunque especialmente elevado en los grupos consolidados y, dentro de ellos, en los grupos de los sectores bancario y energético. Los beneficios del año 2021 se pueden ver en el considerable crecimiento (41,7%) de los ingresos de la declaración anual, en su mayoría procedentes de la declaración de 2021 presentada en julio de 2022.

En el Impuesto sobre la Renta de No Residentes los ingresos brutos crecieron un 36,7%. Hay que recordar que en este impuesto no se habían recuperado los niveles previos a la pandemia debido, fundamentalmente, al adverso comportamiento de las rentas de capital. En 2022, en cambio, estas rentas han recuperado gran parte del dinamismo de antaño y eso, junto con los mejores resultados de la declaración anual, permitió alcanzar un record histórico de ingresos, cercano a los 3.600 millones de euros.

Los ingresos brutos por IVA ascendieron un 20,4 %y lo hubieran hecho a mayor ritmo si no hubiera sido por la recaudación perdida relacionada con las medidas sobre los consumos energéticos con objeto de compensar la subida de estos costes. De cualquier forma, las tasas son muy superiores al incremento de los precios en el mismo período (entre noviembre de 2021 y octubre de 2022, los meses incluidos en la recaudación, el IPC general subió, en media, un 8,4%), lo que indica que el crecimiento no solo fue consecuencia de la subida de los precios, sino también de la intensa recuperación del consumo.

Los ingresos por Impuestos Especiales tuvieron peor comportamiento y solo subieron un 3,1% respecto a los registrados en 2021. Hay que recordar que estos impuestos fueron, dentro de las grandes figuras, los únicos que en 2021 no lograron recuperar el nivel de 2019. Tampoco en 2022 lo consiguieron, aunque si el cálculo se hace sin contar el Impuesto sobre la Electricidad, de recaudación marginal por efecto de las medidas para moderar el coste de la electricidad, entonces los ingresos son un 1% superiores a los que había hace tres años. El origen de tan magro resultado está en el débil comportamiento del Impuesto sobre Hidrocarburos cuyos ingresos aumentaron tan solo un 5,2%, lo que supone que la recaudación de 2022 siguió todavía por debajo de la cifra de 2019. Los crecimientos de comienzos del año fueron elevados al compararse con periodos todavía afectados por limitaciones a la movilidad, pero, a medida que la comparación se realizaba con meses de actividad normal, se fue notando el impacto negativo sobre la recaudación de los altos precios de las gasolinas y del gasóleo de automoción, a lo que se unió en los últimos meses la moderación de la coyuntura económica general. La situación en el segundo impuesto en importancia entre los especiales, el Impuesto sobre Labores del Tabaco, fue completamente distinta: en 2022 creció un 9 % tras cinco años consecutivos de descensos. Hay que remontarse hasta 2016 para encontrar una recaudación similar a la de 2022. Los precios de las principales marcas de cigarrillos fueron aumentando desde septiembre de 2021 y también lo hicieron, y con más intensidad, los precios del resto de los productos, pero esas subidas explican solo alrededor de 5 puntos del crecimiento; el resto cabe atribuirlo a un aumento del consumo. En los impuestos sobre el alcohol los ingresos crecieron un 24,9%. La tasa es alta también por la comparación con algunos periodos del año anterior con restricciones, pero, aun así, la recaudación final es mayor que la que resultaría de aplicar un crecimiento medio histórico a los datos de 2019. Por último, hay que señalar el resurgir, por pequeño que sea, del Impuesto sobre el Carbón, virtualmente desaparecido en los últimos años, pero que en 2022 vio casi duplicarse sus ingresos en el contexto de incertidumbre sobre las materias primas energéticas.

Finalmente, la recaudación bruta por el capítulo III de Tasas y otros ingresos alcanzó la cifra de 2.625 millones, lo que implica una caída del 2,9% respecto a 2021. La causa principal de la caída fue la desaparición de los ingresos del Canon por el aprovechamiento de aguas continentales para la producción de energía eléctrica (como consecuencia de una sentencia del Tribunal Supremo que comportó la devolución de lo recaudado hasta el año 2021).

Cuadro nº 12. Recaudación tributaria bruta total Nueva ventana(Anexo).