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2021eko ekitaldia

Los impuestos devengados y los ingresos tributarios

Los impuestos devengados aumentaron en 2021 un 14,9% (Cuadro 1.4). En el caso de los cuatro grupos principales de impuestos (Gráfico 1.22 y Cuadro 1.3) el incremento fue ligeramente inferior, del 14,7%. La diferencia entre ambas medidas no es grande porque, aunque en el total se incluyen el Impuesto sobre Primas de Seguro (con subida de tipos en 2021) y los nuevos impuestos (el Impuesto sobre Transacciones Financieras y el Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales), también está la fiscalidad medioambiental con un fuerte descenso por la supresión temporal del Impuesto sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica. En los dos casos la cifra de 2021 es superior a la de 2019 (5,1% y 5,2%, respectivamente) y similar al crecimiento del 15,1% que registraron los ingresos tributarios. En términos del Gráfico 1.22 esto último significa que el paso de devengo a caja a nivel agregado fue prácticamente nulo.

En este sentido, a diferencia de lo que sucedió en 2020, en 2021 los cambios normativos y de gestión (Cuadro 1.5) restaron ingresos y no de forma significativa. En términos de la recaudación de caja su efecto se estimó en una pérdida respecto al año anterior de 501 millones, apenas tres décimas del crecimiento del año.

Las medidas que influyeron en los ingresos de 2021 fueron de muy diversa índole. Se pueden agrupar en cuatro bloques distintos: el grupo relacionado con las medidas que fueron puestas en marcha a lo largo de 2020 para combatir, de distintas formas, los efectos del COVID; un segundo bloque comprendería los cambios normativos incluidos en los PGE-2021; un tercer conjunto de medidas serían las aprobadas con el fin de paliar el impacto de la subida de los precios de la electricidad; y un último grupo que recogería ingresos y devoluciones de carácter extraordinario.

Antes de entrar en el detalle de los importes, es necesario aclarar que las cifras están calculadas a efectos de la caja y con el objetivo de corregir todos aquellos elementos que pueden distorsionar la tasa de variación. El primer aspecto es importante por cuanto algunas de las medidas tuvieron un efecto muy diferente en devengo y en caja por el mero hecho del desplazamiento entre el periodo en el que se genera la obligación y el momento del ingreso. Un ejemplo claro es el del Impuesto sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica, suprimido en dos trimestres en devengo, aunque solo uno de ellos afectó a la recaudación de 2021. Pero también se puede decir de la rebaja del IVA en la electricidad, vigente poco más de seis meses, pero de ellos únicamente cuatro con efectos en la caja. Y es más evidente en aquellas medidas que se implementan en su mayor parte en la declaración anual del impuesto (como son las subidas de tipos a rentas altas en el IRPF o la limitación a la exención de rentas exteriores en el impuesto sobre Sociedades). En cuanto al segundo de los aspectos, la influencia en la tasa de variación, obliga a tener en cuenta no sólo las medidas con comienzo en 2021, sino también aquellas que, siendo de 2020, alteran la comparación con 2021. Esta forma de proceder afecta en particular al primer y al cuarto grupo señalados anteriormente.

Las medidas que mayor impacto tuvieron en 2021 fueron las relacionadas con el precio de la electricidad. En total la reducción de ingresos que conllevaron estas medidas fue de 1.605 millones. Las primeras medidas se aprobaron a finales de junio y supusieron la rebaja del tipo del IVA (del 21% al 10%), aplicable al consumo de electricidad en los contratos cuya potencia contratada fuera inferior a 10 kWh (básicamente el consumo doméstico), y la supresión del tercer trimestre del Impuesto sobre el Valor de la Producción de la Energía Eléctrica. Ambas medidas supusieron una pérdida de ingresos valorada en 1.269 millones (509 millones procedentes del IVA por el periodo junio-octubre, y 760 por el tercer trimestre del Impuesto sobre el Valor de la Producción de la Energía Eléctrica). Posteriormente, a mediados de septiembre, se ampliaron las medidas añadiendo la rebaja del tipo (del 5,11% al 0,5%) en el Impuesto Especial sobre la Electricidad y extendiendo la supresión del Impuesto sobre el Valor de la Producción de la Energía Eléctrica al cuarto trimestre (esta última medida ya sin efecto en 2021 dado que ese trimestre se hubiese ingresado en febrero de 2022). El impacto de la rebaja del tipo en el Impuesto Especial sobre la Electricidad se cifra en 336 millones por los consumos entre el 15 de septiembre y el último día de noviembre, que es el periodo contabilizado en los ingresos de 2021.

El segundo bloque de impactos por importancia cuantitativa fue el de las medidas aprobadas en los PGE-2021, que significaron un aumento de la recaudación de 1.462 millones. Cabría distinguir tres grupos. El primero es el que tiene que ver con subidas de tipos e incluye tres medidas: el incremento del tipo en la base general del IRPF dirigido a las mayores rentas (con un impacto de 131 millones en retenciones del trabajo); el paso a tipo general en el IVA de las bebidas azucaradas (314 millones por los diez primeros meses de vigencia); y la subida de dos puntos (del 6% al 8%) en el tipo del Impuesto sobre Primas de Seguro (476 millones por el periodo enero-noviembre). Como se ve, en los ingresos de 2021 el efecto fue menor que el impacto en devengo, que incluiría también la parte de las subidas trasladada a 2022. Esta divergencia es mayor especialmente en el caso de la subida del IRPF a las rentas altas porque el efecto completo (sobre la base general más la parte de la base del ahorro) se completará al presentar la liquidación del ejercicio 2021 en junio de 2022. En ese momento, además, se verá el impacto de la modificación en los límites de la reducción por las cantidades invertidas en planes de pensiones.

El segundo grupo dentro de las medidas de los PGE-2021 estaría constituido por los dos nuevos impuestos: el Impuesto sobre Transacciones Financieras y el Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales. Ambas figuras entraron en vigor ya comenzado el año, pero con la obligación de ingresar los importes devengados desde el 1 de enero. El impacto sobre la recaudación de 2021 fue de 462 millones (296 del periodo enero-noviembre en el primer caso y 166 de los tres primeros trimestres en el segundo).

En tercer lugar, una medida que también estaba incluida en los PGE-2021 es la limitación al 95% de la exención de las rentas procedentes de participaciones en beneficios o de la transmisión de las mismas en el Impuesto sobre Sociedades para empresas cuya cifra de negocios supere los 40 millones de euros. En 2021 la medida se aplicó sobre los pagos fraccionados y se estima que supuso un aumento de ingresos de 79 millones. El impacto fue pequeño porque la mayoría de las empresas afectadas tributaron en 2021 a través del pago mínimo que depende de los beneficios y no de la base imponible que es la modificada por la norma. De hecho, se calcula que la base aflorada por la medida fue de más de 1.650 millones y menos de un 15% de los mismos correspondía a empresas que tributaron de acuerdo a la base. El efecto de la medida se terminará de ver cuando se liquide el año en la declaración anual que en su mayoría se presentará en julio de este año.

Los impactos derivados de ingresos y devoluciones extraordinarias restaron a los ingresos tributarios 824 millones. Este es un grupo muy heterogéneo que incluye tanto devoluciones realmente realizadas en 2021 (473 millones por actas únicas forales en el IVA y 94 millones por sentencias en el Impuesto sobre la Renta de No Residentes), como el impacto diferencial provocado por algunas medidas que se arrastran del pasado (prestaciones por maternidad, intereses consecuencia de la sentencia de inconstitucionalidad del RDL 2/2016 de pagos fraccionados, o por los ingresos de actas en el Impuesto sobre Sociedades que hubo en 2020).

En el último lugar estarían todas las medidas ligadas al COVID puestas en marcha en 2020 y que afectaron de distintas formas a la comparación de los ingresos entre 2021 y 2020. En total estas medidas supusieron 466 millones. Las más relevantes son las relacionadas con la liquidez de las empresas que estuvieron vigentes en 2020 (también en el primer trimestre de 2021, pero con un impacto mucho menor). Se trataba de facilitar el pago de las obligaciones fiscales, mediante el diferimiento del mismo. Eso redujo la recaudación en 2020 (por los importes no ingresados antes de finalizar el año) y por ello en 2021 tuvieron un impacto positivo. En segundo lugar, están las medidas de apoyo a las pymes, medidas que tomaron varias formas (en particular: cambios en la modalidad del pago fraccionado, eliminación de los días en estado de alarma en el cómputo de los módulos y aumento de la reducción general del 5% al 20/35% en la estimación objetiva de la renta). Los cambios tuvieron un efecto negativo en el IVA del régimen simplificado y en los pagos fraccionados del IRPF de 2020 y en el primer pago de 2021, aunque el mayor impacto se observó al aplicarse la nueva reducción general en la declaración anual del IRPF (-195 millones, incluido el impacto restante de la eliminación de los días en estado de alarma). Y un tercer elemento a destacar dentro de este grupo de medidas fueron las rebajas de tipos en los productos relacionados con el COVID (mascarillas, vacunas, PCR, …). En este caso el impacto es menor de lo que podría pensarse al calcularse en términos diferenciales con respecto al año anterior en el que ya estaban vigentes algunas de las medidas.

Analizando la evolución de impuestos devengados e ingresos por figuras, en el IRPF el impuesto devengado creció en 2021 un 9,2%, un 9% si se mide con respecto a 2019 (Cuadro 1.3). Como se ha visto, el crecimiento de la base (la renta de los hogares) explica casi seis puntos de este aumento y el resto procede del mayor tipo medio efectivo.

Las retenciones sobre las rentas del trabajo y actividades económicas crecieron un 7,1%, un 6,7% si solo se consideran las del trabajo (Cuadro 2.3). En este último caso, la masa de retribuciones (principalmente, salarios, pensiones y prestaciones por desempleo, incluidas las transferencias de los ERTE) aumentó menos, un 4,3%. El resto lo aportó la subida del tipo efectivo consecuencia del aumento del tipo en las pensiones (debido, sobre todo, a la entrada de pensionistas con una pensión media superior a los que ya la estaban recibiendo el año anterior) y de la pérdida de peso de las prestaciones por desempleo, de un importe excepcionalmente elevado en 2020 y con retención media prácticamente igual a cero. Dentro de los salarios, el crecimiento de las retenciones fue mayor en el sector privado (7,1% respecto a 2020, 4,4% respecto a 2019), a pesar de la disminución del tipo a causa de la recuperación de la masa salarial en las pymes en donde el tipo medio es inferior. En el sector público, las retenciones por salarios crecieron un 5,8%, dos puntos menos que en 2020, con un aumento muy similar en la masa de salarios (5,1% en 2021, 5,2% en 2020). En las pensiones, las retenciones crecieron un 7,2%, por debajo del 8,8% de 2020. La moderación observada en esta parte de las retenciones es consecuencia del irregular comportamiento que tuvieron las pensiones privadas en 2019 y 2020 (fuerte caída en el primero de estos años y excepcional aumento en el segundo). Si se consideran solo las pensiones públicas, el crecimiento de las retenciones en 2021 es superior al que se observó en 2020 (7,2% frente al 6,4% del año anterior) debido, sobre todo, el aumento de la masa de pensiones. En lo que se refiere a las retenciones sobre rentas del capital, en 2021 crecieron un 7,4%, pero todavía siguieron por debajo de los niveles alcanzados en 2019 e, incluso, en 2018 (Cuadro 2.1). En las retenciones sobre las rentas de capital mobiliario, dado que no hubo cambio en los tipos (la subida de los tipos sobre la base del ahorro para las rentas altas se concretará en la declaración anual), la evolución es la misma que la de las rentas: una caída del 2,2% en 2021 que se suma a la del 20,5% de 2020. En comparación con 2019, estas retenciones están un 22,3% por debajo de las de aquel año. Por su parte, las retenciones por arrendamientos, principalmente de locales, subieron un 5%, pero ese crecimiento es insuficiente para recuperar los niveles previos a la pandemia (en 2021 las retenciones devengadas eran todavía un 10,1% inferiores a las de 2019). A diferencia de las anteriores, las retenciones derivadas de las ganancias patrimoniales procedentes de fondos de inversión volvieron a crecer en 2021 y además con una intensidad inusitada (un 80%, en 2020 lo habían hecho un 12,3%). Desde que están vigentes estas retenciones, solo en cuatro años (1999, 2000, 2007 y 2008) se han registrado niveles superiores a los de 2021. Por último, los pagos fraccionados de las empresas personales aumentaron un 25,6%, tasa condicionada por la comparación con un 2020 afectado por las distintas medidas adoptadas para paliar los efectos de la pandemia entre las empresas acogidas a la modalidad de estimación objetiva. No obstante, si se compara con 2019, los pagos en 2021 fueron un 10% superiores a los de aquel año, lo que da idea de la intensidad de la recuperación de las pymes, especialmente en el último tramo del año.

Los ingresos en el IRPF crecieron un 7,5% hasta alcanzar los 94.546 millones. Es un incremento menor que el que se observó en el conjunto de ingresos, pero hay que recordar que en 2020 el IRPF aumentó, en contraste con la caída generalizada en el resto de impuestos, gracias al colchón que supusieron las rentas de carácter público (salarios de las AA.PP., pensiones, transferencias ligadas a los ERTE y a las ayudas a autónomos). De hecho, si la comparación se realiza con 2019, se concluye que esta figura es la que más aporta al crecimiento. Las retenciones por rentas del trabajo y actividades económicas, que son el principal componente del impuesto, crecieron un 6,1%. El crecimiento en el sector público (salarios y pensiones) y en el sector privado (Grandes Empresas y pymes) fue similar (6,8% en el primer caso y 7% en el segundo), aunque en el sector público el aumento fue casi el mismo que en el año anterior y en el privado supuso una recuperación tras la caída de 2020 que le permitió, además, superar en cerca de un 5% los ingresos registrados en 2019. Destacó especialmente el crecimiento en las pymes (14,7%; 5,4% respecto a 2019). En el mismo sentido sobresalieron los pagos fraccionados de las empresas personales (17,4% y un 5,7% más que en 2019). En las retenciones por rentas del capital lo más sobresaliente fue el excepcional incremento de las derivadas de ganancias en fondos de inversión (86,2%, más que duplicando las que había en 2019); tanto las retenciones por arrendamientos como las de capital mobiliario continuaron muy por debajo de las registradas dos años antes. Por último, la declaración anual también aportó al crecimiento por el menor importe de las devoluciones realizadas al proceder, en su mayor parte, de la liquidación de las rentas del ejercicio 2020.

El Impuesto sobre Sociedades devengado creció en 2021 un 31,8% (Cuadro 3.1). El incremento descansó en el crecimiento de los pagos fraccionados, que aumentaron un 50,4%, gracias al buen comportamiento de las bases y a la mayor aportación del pago mínimo, el que gira directamente sobre los beneficios y no sobre la base imponible (Cuadro 3.2). El mayor crecimiento se dio en los pagos de los grupos consolidados (en los que ese pago mínimo es más relevante) que casi duplicaron los de 2020 (81,5% sin los ingresos extraordinarios derivados de la fusión de empresas y la venta de activos que se produjeron en 2021). Los pagos de las Grandes Empresas no pertenecientes a grupos crecieron un 22,3%, mientras que en las pymes el incremento fue del 9,6%, con una lógica divergencia entre aquellas que tributaron según los beneficios del ejercicio (39,4%) y las que lo hicieron según su última cuota anual (0,7%).

Los ingresos por el Impuesto sobre Sociedades en 2021 ascendieron a 26.627 millones, lo que significa que crecieron un 67,9%, tasa muy elevada como lo fue la caída en 2020 (-33,2%). Los motivos de una y otra fueron los mismos. Por un lado, en 2020 la mayor parte del descenso se debió a la caída de los pagos fraccionados (-27,1%) por el parón de la actividad a causa de la pandemia; en 2021, con la relativa normalización de la actividad, sucedió lo contrario (+53,7%), con el añadido de las operaciones extraordinarias realizadas por algunos grupos fiscales (aunque sin ellas los pagos seguirían estando un 3,1% por encima de 2019). Por otro, las devoluciones realizadas en 2020 alcanzaron un importe muy elevado porque así lo habían sido las devoluciones solicitadas del ejercicio 2018. Esto no se repitió en el ejercicio 2019, lo que permitió que las devoluciones realizadas en 2021 fueran unos 2.900 millones inferiores a las del año anterior. En comparación con 2019, los ingresos del impuesto en 2021 superaron en un 12,2% a los de dos años antes.

El IVA devengado en el periodo creció un 19,2% (+3% si se compara con 2019; Cuadro 4.1) gracias a la positiva evolución del gasto sujeto (las distintas medidas normativas no tuvieron, en conjunto, suficiente intensidad como para cambiar significativamente el tipo). En la parte final del año se intensificó la recuperación del IVA bruto debido al repunte de los precios que se unió a la mejora de la actividad experimentada a lo largo del año. El año finalizó con un aumento del 17,8%, superando en un 5% los niveles de 2019 (Cuadro 4.2). La mejora fue mayor en las declaraciones trimestrales (18,6%), que incluyen a los sectores que se vieron más afectados por las limitaciones a la actividad. Por su parte, las solicitudes de devolución se incrementaron un 14,4% (13,7% las mensuales y 17% las anuales) por el crecimiento de las exportaciones (20,6% respecto a 2020 y 7,6% respecto a 2019) y por el aumento de los costes, especialmente los energéticos, en la última parte del año.

Los ingresos por el IVA se elevaron hasta los 72.498 millones (Cuadro 4.2), un crecimiento del 14,5% que compensó la caída del 11,5% del año pasado, de manera que la recaudación en 2021 fue un 1,3% superior a la de 2019. El aumento habría sido mayor de no ser por las medidas normativas y de gestión que, en total, supusieron una pérdida de casi 600 millones (entre ellas, la rebaja del tipo en el consumo doméstico de electricidad, en vigencia desde los últimos días de junio, restó algo más de 500 millones). La recuperación del gasto se tradujo en un aumento de los ingresos brutos del 11,9% (1,4% más que dos años antes), ingresos que crecieron con especial intensidad, al igual que en otras figuras, en las pymes (16,4%, 2,3% sobre 2019). En todos los casos las cifras son inferiores a las del devengo porque en 2021 la caja se vio perjudicada al pasarse ingresos de la última parte del año (la que tuvo un mayor crecimiento) a 2022.

Los Impuestos Especiales devengados aumentaron un 7,1% en 2021, todavía alejados (-7,1%) de los niveles de 2019 (Cuadro 5.1). El Impuesto sobre Hidrocarburos creció un 13,6%, casi dos puntos por encima de los consumos, por el incremento del tipo efectivo derivado de un mayor uso de productos gravados a tipos superiores. En 2020 había sucedido lo contrario (los consumos de gasóleo bonificado, los que tienen un tipo menor, crecieron ligeramente frente a la caída de gasolinas y gasóleo de automoción; Cuadro 5.5). A pesar de la mejora, el impuesto devengado siguió siendo un 5,8% inferior al alcanzado en 2019, con una evolución más positiva en las gasolinas que en el gasóleo de automoción. El comienzo del año no fue bueno por la existencia todavía de limitaciones a la movilidad, pero según estas se iban levantando, fueron las fuertes subidas de precios las que lastraron la recuperación del impuesto. En el Impuesto sobre Labores del Tabaco, la recaudación devengada cayó un 0,8% (-0,8% en cigarrillos y -0,5% en el resto de productos; Cuadro 5.6). La caída se debió al descenso del precio medio, aunque en los meses finales del año las principales marcas subieron sus precios. Los consumos, por su parte, se mantuvieron prácticamente estables (0,4% el total de consumos; 0,2% el de cajetillas y 0,7% el resto de productos). Respecto a 2019 la caída se cifra en un 5%. El Impuesto sobre la Electricidad retrocedió un 20% (Cuadro 5.7), consecuencia de la drástica bajada del tipo (del 5,11% al 0,5%) que entró en vigor a mediados de septiembre. Tanto los consumos como, sobre todo, los precios se incrementaron en 2021, empujando a la base liquidable hasta un crecimiento del 20,1%. El Impuesto sobre el Alcohol y Bebidas Derivadas creció un 33,2% (Cuadro 5.2), en línea con el avance de los consumos y en respuesta a los bajos niveles de 2020. Aun así, no pudieron recuperar los niveles de 2019 (-4,8%), reflejo de la todavía débil situación en 2021 de la hostelería y la restauración. Algo similar ocurre en el Impuesto sobre la Cerveza, cuyo incremento se estima en un 8,7% (-2,2% respecto a 2019; Cuadro 5.3). El Impuesto sobre el Carbón, que se ha convertido en residual, disminuyó un 9,4%.

La recaudación por Impuestos Especiales se situó en los 19.729 millones, un 5% por encima de las cifras de 2020, pero todavía 1.651 millones (un 7,7%) menos que en 2019 (Cuadro 5.1). Su crecimiento es inferior al del impuesto devengado debido, como se ha comentado en el IVA, al desplazamiento de los últimos devengos de 2021 a la caja de 2022. Esto es especialmente relevante en el Impuesto sobre Hidrocarburos (11,3%, más de dos puntos por debajo del devengo) y en los impuestos sobre el alcohol (7% en caja frente al 24,7% del devengo). En el Impuesto sobre la Electricidad, en cambio, el efecto es el opuesto (-12,2% en caja y -20% en devengo) por la reducción del tipo en el tramo final del año.

En 2021 los ingresos procedentes de otras figuras distintas de las principales sumaron un total de 9.985 millones, un 23,4% más que en 2020. El aumento permite recuperar la pérdida que se produjo el año anterior respecto a 2019, aunque con un matiz: tanto los datos de 2021 como los de 2019 están condicionados por medidas normativas, en el primer caso ligeramente al alza y en el segundo casi 900 millones a la baja. En 2021 las medidas normativas que afectaron a estos ingresos fueron tres: la supresión temporal en el tercer y cuarto trimestre del Impuesto sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica (-760 millones solo por el tercer trimestre; el cuarto se debería haber ingresado en 2022), la subida del tipo (del 6% al 8%) en el Impuesto sobre Primas de Seguros (476 millones), y la introducción de dos nuevas figuras impositivas (el Impuesto sobre Transacciones Financieras y el Impuesto sobre Determinados Servicios Digitales, con unos ingresos de 296 y 166 millones, respectivamente). En conjunto las medidas aportaron 178 millones adicionales, 2,2 puntos del incremento observado en este grupo de impuestos.

Entrando en el detalle por figuras, todas ellas presentaron crecimiento respecto a 2020, pero, si se analizan en comparación con 2019, la situación no fue tan positiva. Este es el caso del Impuesto sobre la Renta de los No Residentes (Cuadro 6.1) cuyos ingresos en 2021 crecieron un 20,9%, pero siguieron por debajo un 22,9% de la cifra de 2019. La desfavorable evolución de las rentas de capital mobiliario son las que determinan principalmente la marcha de este impuesto. Con estos resultados, han ganado importancia dentro de estas otras figuras tanto el Impuesto sobre Primas de Seguros (Cuadro 6.4) como los Impuestos sobre Tráfico Exterior (Cuadro 6.3). El primero se vio favorecido por el aumento del tipo lo que hizo que aumentara la recaudación un 33%, un 2,2% si se resta el impacto de la subida. Este crecimiento sería, en comparación con los aumentos que experimentaban antes de 2020, relativamente bajo. En lo que se refiere a los Impuestos sobre el Tráfico Exterior, sus ingresos crecieron un 17,6% y se quedaron un 1,5% por debajo de 2019, aunque ligeramente por encima del nivel medio que se registró entre 2017 y 2019.

El otro conjunto de figuras con un peso relevante en este grupo de impuestos, es el formado por los impuestos medioambientales (Cuadro 6.2) que incluye la fiscalidad ambiental del capítulo I y el Impuesto sobre Gases Fluorados. La fiscalidad medioambiental disminuyó un 3% debido, sobre todo, a la eliminación temporal del Impuesto sobre el Valor de la Producción de Energía Eléctrica en la segunda mitad del año (aunque en 2021 solo afectó la supresión en el tercer trimestre). La caída de este impuesto en el conjunto del año no fue grande (-3,4%) porque se partía de un nivel bajo (1.146 millones cuando los ingresos normales suelen rondar los 1.500 millones) por el descenso en 2020 del precio en el mercado mayorista, todo lo contrario de 2021 en el que los precios se dispararon (de ahí que el impacto de la eliminación de un solo trimestre se estime en 760 millones). El Impuesto sobre Gases Fluorados también cayó, un 2,8%, y es el cuarto año consecutivo en que los ingresos se reducen. Salvo el año de su implantación, que no fue completo, la cifra de 2021 es la más baja de la serie histórica.

Los ingresos del Capítulo III aumentaron un 16,7% en 2021 (Cuadro 1.6), un 15,2% las tasas y un 17,7% los otros ingresos. La recaudación final quedó por debajo de 2019, pero aquel año los ingresos fueron especialmente elevados por un dato anormalmente alto del Canon por el aprovechamiento de aguas continentales para la producción de energía eléctrica. El dato de 2021 está en el orden de magnitud de 2017 y 2018. Esto mismo se ve en las tasas (Cuadro 6.6), añadiendo en estas que algunas todavía en 2021 no recuperaron un nivel que se podría considerar normal (Tasa de Expedición de DNI y pasaportes y Tasas consulares).